Principios para la convivencia materna
El 18 de enero me asomé al abismo que corre al otro lado de la vida. Ese día falleció mi mamá. Luego de veinte días de tortura su espíritu se fue a descansar. Todo el sufrimiento que compartimos fue valioso porque me permitió conocer a la mujer fuerte y valerosa que siempre fue, aun en los momentos más amargos. Lloré lo que pude llorar, sufrí todo lo que pude sufrir, y a petición de ella, he regresado a los caminos de la vida. Mi madre, la luchadora.
Para ser feliz en la vida es de mucha ayuda tener una gran mamá. Lo puedo atestiguar. Gracias a que tuve una madre excepcional es que puedo hablar de estos principios simples, ella me los enseñó:
1. Pase lo que pase, una mamá siempre tiene dinero en el monedero. Este pincipio aplica para lo sumamente urgente, como cosas para la escuela o comida. Así que no abuses, no pidas lo que no necesitas.
2. Una mamá siempre sabe cuando le mientes. A veces no te lo dice, pero lo intuye y eso la puede hacer sufrir. Sé lo más honesto posible.
3. Pídele ayuda. Sus consejos están marcados por el amor, eso no puede ser malo.
4. No la atosigues con tus problemas, ella tiene los propios. Pide ayuda pero no abuses.
5. Aunque una mamá siempre está para ayudar, no permitas que haga todo por ti. Si puedes hacerlo, hazlo.
6. Demuéstrale que has madurado. Que vea que puedes hacerte cargo de tu propia vida y tomar tus decisiones.
7. Si decides casarte, corta el cordón umbilical tan pronto como sea posible. Tu madre siempre será tu madre, ella lo sabe, pero quiere y debe verte responsable con tu pareja.
8. Si ya no estás en casa llámala por teléfono, escríbele una carta, mándale flores. No esperes al diez de mayo.
9. Cuando la visites, llega de buen humor. Sean felices juntos. Olviden los problemas. Disfruten los minutos de compañía.
10. Quiérela como es. Tú fuiste quien entró en su vida, no ella en la tuya.
Nuestra madre nos ha dado todo. Nos ofreció su cuerpo para nacer. Nos ayudó a sobrevivir al amamantarnos. Nos hemos metido en su vida y hemos sacado todo lo que hemos podido. Ella no se ha guardado nada.
Ahora que se acerca el día de las madres recuerdo que casi no lo celebrábamos. Ella odiaba los restaurantes repletos, los regalos forzados, las flores obligadas. Prefirió una flor en los días inesperados, o en su cumpleaños. –Regálame flores en vida, no cuando esté muerta, decía copiando la frase de mi abuela.
No voy a decir que fui un gran hijo, o un hijo modelo, pero sí puedo decir que hice todo lo que pude para que ella supiera que siempre estuvo en mi pensamiento, que siempre podía contar conmigo, tanto como yo con ella.
Ahora me arrepiento de no haberla abrazado más, besado más, llamado más. Ya ningún lamento cuenta, porque ella no está conmigo. Aunque sus enseñanzas se quedarán en mí, su ausencia física me duele.
Una vez me mandó una tarjeta en donde me decía lo orgullosa que se sentía de mí, no por mis logros, sino por mi esfuerzo por salir adelante. Para ella el camino era más importante que el destino, por eso disfrutaba cada día.
Tú que aún tienes a tu mamá contigo no pierdas el tiempo. Corre a llamarla, a abrazarla, a amarla. Corre.