jueves, agosto 05, 2004

La viejita de las virginidades.
Conocí a una señora, anciana desde tiempos inmemoriales, muerta hace dos años, que decía saber si una mujer era vírgen "nomás oyéndola orinar en el baño" ¿Es eso posible?
Cuando recién cumpli 21 añitos dejé de tomar alcohol. En aquel entonces me dije: "Se acabo. La última y nos vamos" En verdad creí que no volvería a tomar. Sí, lo sé. Volví a las andadas. No con la cantidad ni la frecuencia de antaño, pero un vicio es un vicio.
Lo mismo me pasó con este blog. Después de descorazonarme profundamente al leer tan eruditos escritos (tal como me apesumbraba ver teporochos y aloholicos empedernidos que con tanta gallardía demostraban su amor al alcohol)decidí dejar la escritura para los que más saben. Pero un vicio es un vicio.
He vuelto, quizá no con la misma frecuencia ni cantidad, pero deseo de todo corazón con más calidad.
Saludos.

miércoles, abril 07, 2004

Felices vacaciones
Pues sí. Estoy de vacaciones. Tiempo de descanso, de tranquilidad, de reposo. Digo, una que otra visita a la oficina no me hace nada mal, al contrario, me permite mantenerme activo.
Quizá no trabajo mucho, pero mis vacaciones son obligatorias: ¿A quién le dan pan que llore?
Los que si no tienen vergúenza son los candidatos. ¿Cómo es posible que también ellos hayan agarrado vacaciones? Si están en plena campaña!!
Fíjense: si ahora que están preocupados por ganar las elecciones se agarran sus DOS SEMANOTAS de vacaciones ¿Qué será cuando hayan ganado?
Un moflero me dijo una vez: "Para descansar está la tumba. Mientras yo esté vivo no habrá domingo ni día festivo suficiente que me obligue a cerrar mi negocio"
Eso es una verdadera filosofía de vida. No como aquellos que a los 35 años están peleando su jubilación.
En fin, felices vacaciones, yo ya me voy.
ADIOS...

jueves, febrero 26, 2004

Explico mis palabras.
Dada mi nula capacidad poética, prefiero explicar lo antes publicado. Resulta que ayer tuve necesidad de acudir a la presidencia municipal a llevar a cabo un trámite indispensable para hacer una ampliación a la casa. Ampiación por demás pequeña, pues los recursos económicos y terrenales no dan para más.
Total que después de diez líneas en seis distintas ventanillas, logré obtener mi permiso. Por cierto, ya para entonces me habían multado por tener material en la banqueta. Uta! No tenía ni dos minutos de que dejaron el material cuando ya estaba obras públicas exigiendo que retiraramos el estorbo de la banqueta. Ojalá así fueran para tapar baches, pintar lineas o prender semáforos.
Todos estos trámite burocráticos me hacen pensar en lo jodidos que seguimos en México en cuanto a atención al cliente se refiere. Por que el mal servicio no se limita a la administración pública: ¿Alguien a tenido la necesidad de hacer un trámite en Telmex? ¿Han tenido la necesidad de pagar en ventanilla el recibo del gas? ¿Qué tal una compra en FAMSA? ¿Y una devolución en Mueblería Central?
Para ser mediocres no hace falta trabajar para el gobierno.

miércoles, febrero 25, 2004

Volví a caer en sus redes.
Hoy volví a caer.
Sus dientes afilados traspasaron mi carne,
el hedor de sus mandíbulas nubló mi vista,
el horror de sus lineas desgastó mis sentidos.
Hoy volví a sufrir sus tormentos,
a vivir sus desdenes,
a sollozar en sus brazos.
Maldita Administración Pública:
Cuanto os odio!

lunes, febrero 23, 2004

Ya ni pa' que hablar de mi control remoto.
Con el relajo este de los escritores encarcelados sin justificación alguna, hasta pasó a segundo plano la pérdida del control remoto de mi DVD.
Agradezco a quien tenga que hacerlo el que mi apariencia no sea tan extraña ( o extravagante) pues si bien soy feo, al menos no "parezco sospechoso". Y es que me ha tocado ver cada caso. Una vez detuvieron a un tío que andaba de visita por estas tierras por la simple razón de que tenía acento chilango. Es cierto, acento chilango si tiene, pero si el pobre viene del DF ¿que se podía esperar? Lo peor del caso es que hasta un señor dijo: "Sí, es el que me parece la otra vez (¿cuál, si tenía dos días en la ciudad?) se robó una cartera.
Afortunadamente yo andaba con mi tío (pues me acompañaba a la escuela) y pudimos dejar en claro que no había cometido ningún delito. En honor a la verdad diré que lo que nos ayudó fue una "charola" que yo traía (en aquel entonces creía que ser reportero era una cualidad casi divina) y que logró que los polis nos llevaran hasta la escuela en medio de disculpas.
En fin, el asunto es que es realmente grave y preocupante el dato de Zerk sobre la recompensa a los policías que capturen a "delincuentes".
Uf. Por lo pronto no queda más que recordar a los amigos y conocidos de inusual estampa que se cuiden al ver a los polis. Parece que la estampa tuvo algo que ver en la detención del tal Epigmenio.
Animo muchachos.
Por cierto, sólo por no dejar, si alguien sabe de un control remoto que sirva para un DVD Philco (Sí, ya sé que es marca patito, pero fue todo lo que pude comprar) le pido me avise. No sean gachos. No saben lo horrible que es ver DVD doblados al español.
Los domingos familiares.
Nunca en mi vida había vivido un domingo familiar. Me refiero a un domingo con mi esposa y mi hija.
Y es que pasé muchos domingos con mis padres y mis hermanas; fueron momentos de solaz que no cambiaría por nada. Gracias por esos bellos recuerdos a mis padres y hermanas.
Ayer fue la primera vez que tuve un verdadero domingo familiar con MI familia. He tenido domingos de pareja, y por supuesto que ya hemos pasado más de 70 domingos con la maravillosa presencia de la peque Pau. Pero un domingo lo que se dice familiar, lo tuvimos apenas ayer.
Salimos a caminar, al teatro, a cenar... Por primera vez mi niña tuvo actitudes de niña grande. Yo pensé que nunca llegarían estos días. Todo pasa.
Hasta las enfermedades han quedado de momento en el olvido.
Qué buen día pasé ayer.

lunes, febrero 16, 2004

Al fin sanos.

Después de un mes y medio parece que al fin estamos sanos todos en la casa. Ojalá esta felicidad dure al menos unos seis meses.
Mi mayor deseo es que todos los que lean estas lineas (y aun los que no las lean) se mantengan sanos y felices todo el año.
Aunque tarde, éste es mi deseo para el año que comienza.
P.D. Viva la salud.

jueves, febrero 12, 2004

Las enfermedades.

El comienzo de este año no ha sido el mejor de mi vida. El mismísimo día dos de enero la pequeña Pau sufrió una no muy ligera gastritis. El diagnóstico del doctor fue por demás asombroso para mí. A sus recién cumplidos dieciocho meses ya está sufriendo una enfermedad que a la mayoría afecta ya entrados en años.
-No se crea –dijo el Doctor- de un tiempo a acá son muchos los niños que sufren este mal.
-Mal de muchos-, pensé. Total que compungidos y adoloridos nos fuimos la casa entre promesas de no volver a darle chicharrones de harina.
A los ocho días exactos, apenas aliviada de su infantil gastritis, la peque se enfrenta a un nuevo monstruo: un moco verde con vida propia (como el del anuncio del Aderogil) que la ataca desde todos los frentes en la casa de unos amigos cuyos hijos, dicho sea de paso, no han estado más de tres días sin tos desde que los conozco hace ya más de dos años.
Visita al pediatra. Otra lista de medicamentos que hacen temblar, otra vez, mi maltrecha economía de inicio de año. A la semana, somos mi esposa y yo los que sufren el ataque de la gripe. Otros ¿mil pesos? a las farmacias del Ahorro ¿ahorro de quién?
Pero las malas nuevas no llegan solas, y la peque Pau sigue con molestias y ahora “parece que tiene neumonía” dice el Doc. Sepa Dios qué significa esa palabra, pero juro por mi madre que al escucharla se me fue el corazón hasta el suelo. Ya me imaginaba a mi niña, mi mayor tesoro, hospitalizada: suero, oxigeno, medicamento. Afortunadamente no llegamos a tanto y sólo tuve que comprar cuatro inyecciones de trescientos pesos cada una que, lo digo con el corazón en la mano, no me dolió pagar en lo más mínimo.
Por supuesto que tantas subidas y bajadas emocionales lograron debilitarme hasta niveles insospechados y el pasado sábado 7 de febrero me atrapó un nuevo virus que, ahora sí, me tumbó en la cama. No recuerdo haber sufrido nunca tanto. Ahora bien si hubiera una escala del uno al diez en donde diez fuera el dolor más fuerte, le daría al de mi garganta un 6 o máximo un 7. No parece mucho, pero si hubiera otra escala similar pero en cuanto a incomodidad, se llevaba un redondo diez. O le inventaba un once.
Creo que nunca en mi vida me sentí tan mal como en estos últimos días: no podía hablar, no podía comer, no podía dormir. No podía ni cagar, pues hasta el más leve pugido hacía que se me desgarrara la garganta. Más aún, nunca en mi vida había faltado al trabajo por culpa de una enfermedad. Este lunes y martes lo hice.
Cuánto me dolió no hacer las cosas que me gustan. Cuánto extrañé a los compañeros. Cuánto sufrí viendo a mi esposa sufrir.
La ansiedad, la angustia y el miedo se apoderaron de mí. En un momento de la madrugada del martes me sentí con ganas de correr a un hospital a pedir ayuda. Sentí que me ahogaba.
Después de estos tres días veo radicalmente distinto a los que soportan una enfermedad. Siempre he pensado que es difícil hacerlo pero ahora, después de un simple dolor de garganta, alcanzo ya a imaginar lo terrible que es estar en cama.
Va mi apoyo moral a todos ellos. Y va también una súplica a quien tiene un enfermo: apóyalo, platícale y soporta con él su dolor. En verdad hace falta.
Por último, gracias a todos lo que me hablaron por teléfono. Gracias por preocuparse. Gracias por acordarse. Gracias por estar ahí.
Reciban un deseo sincero de salud para ustedes y su familia. Hoy creo más que nunca que al tener salud, lo demás no importa.

miércoles, febrero 04, 2004

Hola Abuela. Bienvenida.

Hoy llega mi abuela a la Ciudad. Llega con su tradicional cúmulo de relatos, noticias y COMIDA. No sé cómo le hace pero es buenísima para hacer de comer.
Ahora que lo pienso -aparte de sus habilidades culinarias-, reconozco su infatigable vida. A sus 73 (¿o 74?) años sigue tan activa como la recuerdo de siempre. No solo viaja sola, sino que hasta carga, casi ella sola, sus tradicionales siete maletas. Es todo un remolino.
Admiro su coraje, su gusto por la vida, su memoria, su lenguaje colorido, sus destellos de odio, sus remansos de amor.
Cuánto quisiera que mi vida fuera como la de ella: independiente, activa, altanera, dulce... Feliz.
Nuevamente bienvenida. Gracias por tu presencia que se vuelve, al final, oxigeno para todos.

jueves, enero 22, 2004

La muerte aparece por caminos extraños
Hace unos días me dice mi madre:
-Falleció mi tío X. Qué pena.
-Uchale, no somos nada -dije yo-. ¿Estaba enfermo?
-Pues sí. Tenía cáncer, y creo que diabetes.
-¿Cuál de las dos fue la causa de la muerte?
-No, ninguna. Le explotó un tanque de gas- dice mi madre compungida.
-Qué espanto. Morir quemado.
-No, si tampoco se quemó, se murió del susto.
En el súper 2
a. Las bolsas
Mucho pienso en los ambientalistas que piden a gritos la reintroducción de las bolsas de papel biodegradables. Me pregunto: ¿Ellos han tratado de levantar una de esas méndigas bolsas inasibles? Luego dónde pondrías los pañales usados y cómo cerrarías la boca de la bolsa para evitar el tufo fétido si no existieran esas maravillas de plástico con sus agarraderas. Ahora que, ya hablando de las bolsas, debo confesar que odio la forma (que no las personas) en que los viejitos empacan. Resulta que cuando un niño (o cerrillo) guarda el mandado, lo único que le importa es tardarse el menor tiempo posible sin detenerse a pensar cuantas bolsas utiliza, esto por supuesto te permite tener, con la compra de artículos para dos días, algo así como 8 o 10 bolsas. Pero como cambian las cosas con los adultos, ellos te darán, si acaso, unas 3 bolsas en la compra del mandado de toda la quincena, pues aparte de la paciencia con que empacan, está la forma en que hacer caber todo “sabiéndolo acomodar”. Yo pensé que permitir el trabajo de los adultos mayores era para darles una forma de conseguir dinero (en el fondo si ocurre) pero he descubierto que la verdadera razón de los centros comerciales es ahorrar en las bolsas. Ya decía que no podían ser tan buenos. Ah! Quiero mandar un saludo a la “niña de las bolsitas”, orgullosa empacadora que se especializa en utilizar –sin importar la cantidad ni el tamaño de los artículos- las bolsas del menor tamaño existente. Una vez para llevarme 16 artículos, todos ellos del tamaño promedio de una lata de verduras, necesité 12 bolsitas. En serio.

b.Las pinzas del pan
¿Quién carajo ha dicho que sea más higiénico usar las pinzas del pan que mis manos? Les invito a que le den una ojeada a la parte interior de las pinzas. Ahí puedes encontrar: chocolate, migajón, coco, grajeas, polvo, canela, azúcar, caca de mosca, patas de cucaracha; todo lo anterior en un revoltijo pegajosos pero, eso sí, muy rico. Espero que alguien me pueda decir si esas pinzas son lavadas alguna vez, o mejor, con qué periodicidad lo hacen. Mientras lo descubro, yo sigo utilizando mis manos para tomar el pan. Quizá no están limpias, pero al menos sé de qué están sucias.

c. Los guardias de seguridad.
Pinches judiciales frustrados. Algunos hasta parecen guardias del consulado. ¿En verdad creen que soy un ladrón? Lárganse a la $%$#@#%