jueves, mayo 19, 2005

Va mi aportación para las cuestiones de género.
Quizá soy un misógino empedernido o tal vez soy todo lo contrario. El caso es que me molesta sobremanera la forma en que algunos tratan de “encuadrar” a la mujer dentro de nuestro machista léxico. No sé mucho de idiomas, pero al menos en inglés sé que no existe esa rivalidad de género, llevada al extremo, entre las palabras. La verdadera discusión respecto a las diferencias e igualdades de género debe enfocarse en temas más relevantes y trascendentes, no en el uso correcto, propio o impropio de las palabras.
¿Alguien realmente cree que al decir “buenos días a todas y todos” se está eliminando el desprecio que probablemente siente por las mujeres? Yo no creo, yo no creo.
Ese discurso incluyente pero superficial se parece al discurso político que cree que por pagar espectaculares, anuncios en el periódico y spots de radio y televisión (es decir, por pregonar lo poco que se hace) se hace verdad una mentira.
Mi propuesta es que acabemos con esas diferencias de género palabreras y que asumamos un nuevo discurso: el de las palabras sin sexo:
El lugar de decir todos y todas, digamos todes.
En lugar de niños y niñas digamos niñes.
En lugar de decir los o las digamos les.
Ejemplos:
“Dile a les niñes que vengan a comer”
“Elles son responsables de sus actos.”
“Cállense todes y respeten a sus maestres”
Imaginen lo maravilloso de este recurso: Si un día llegas a una reunión, convención o evento gay (cada quien sabrá a qué lugares va y por qué razones) no tendrás el problema de decidir si los que te escuchan son hombres convertidos en mujeres o al revés, simplemente dices “Cómo están todes” y asunto arreglado.
El problema está en palabras como trabajadores o diseñadores. Tal vez en esos casos le pidamos ayuda a la u.