jueves, enero 22, 2004

La muerte aparece por caminos extraños
Hace unos días me dice mi madre:
-Falleció mi tío X. Qué pena.
-Uchale, no somos nada -dije yo-. ¿Estaba enfermo?
-Pues sí. Tenía cáncer, y creo que diabetes.
-¿Cuál de las dos fue la causa de la muerte?
-No, ninguna. Le explotó un tanque de gas- dice mi madre compungida.
-Qué espanto. Morir quemado.
-No, si tampoco se quemó, se murió del susto.
En el súper 2
a. Las bolsas
Mucho pienso en los ambientalistas que piden a gritos la reintroducción de las bolsas de papel biodegradables. Me pregunto: ¿Ellos han tratado de levantar una de esas méndigas bolsas inasibles? Luego dónde pondrías los pañales usados y cómo cerrarías la boca de la bolsa para evitar el tufo fétido si no existieran esas maravillas de plástico con sus agarraderas. Ahora que, ya hablando de las bolsas, debo confesar que odio la forma (que no las personas) en que los viejitos empacan. Resulta que cuando un niño (o cerrillo) guarda el mandado, lo único que le importa es tardarse el menor tiempo posible sin detenerse a pensar cuantas bolsas utiliza, esto por supuesto te permite tener, con la compra de artículos para dos días, algo así como 8 o 10 bolsas. Pero como cambian las cosas con los adultos, ellos te darán, si acaso, unas 3 bolsas en la compra del mandado de toda la quincena, pues aparte de la paciencia con que empacan, está la forma en que hacer caber todo “sabiéndolo acomodar”. Yo pensé que permitir el trabajo de los adultos mayores era para darles una forma de conseguir dinero (en el fondo si ocurre) pero he descubierto que la verdadera razón de los centros comerciales es ahorrar en las bolsas. Ya decía que no podían ser tan buenos. Ah! Quiero mandar un saludo a la “niña de las bolsitas”, orgullosa empacadora que se especializa en utilizar –sin importar la cantidad ni el tamaño de los artículos- las bolsas del menor tamaño existente. Una vez para llevarme 16 artículos, todos ellos del tamaño promedio de una lata de verduras, necesité 12 bolsitas. En serio.

b.Las pinzas del pan
¿Quién carajo ha dicho que sea más higiénico usar las pinzas del pan que mis manos? Les invito a que le den una ojeada a la parte interior de las pinzas. Ahí puedes encontrar: chocolate, migajón, coco, grajeas, polvo, canela, azúcar, caca de mosca, patas de cucaracha; todo lo anterior en un revoltijo pegajosos pero, eso sí, muy rico. Espero que alguien me pueda decir si esas pinzas son lavadas alguna vez, o mejor, con qué periodicidad lo hacen. Mientras lo descubro, yo sigo utilizando mis manos para tomar el pan. Quizá no están limpias, pero al menos sé de qué están sucias.

c. Los guardias de seguridad.
Pinches judiciales frustrados. Algunos hasta parecen guardias del consulado. ¿En verdad creen que soy un ladrón? Lárganse a la $%$#@#%